Poco después del primer debate, una a una varias de las principales empresas encuestadoras fueron dándole al candidato presidencial de la ultraderecha Yunquista, Felipe Calderón, un ascenso considerable en los sondeos de opinión, esfumando la cómoda diferencia de diez puntos porcentuales que Andrés Manuel López Obrador llevaba sobre Calderón Hinojosa, empatándolos primero y haciendo superar ligeramente después a Calderón Hinojosa sobre López Obrador.
El ascenso meteórico de Felipe Calderón a expensas de la popularidad de López Obrador fue explicado por varios analistas como el resultado de la ausencia de López Obrador al primer debate, y el uso de unos spots panistas agresivos construídos sobre el comentario hecho en un mítin de campaña por López Obrador diciéndole a Vicente Fox "¡Ya callate chachalaca!".
Sin embargo, tras el segundo debate, en el cual sí estuvo presente López Obrador y en el cual hizo públicas unas denuncias específicas sobre el ahora llamado "cuñado incómodo" de Felipe Calderón, y de acuerdo a uno de los primeros
sondeos de opinión pública, el sondeo publicado por EL UNIVERSAL tras el debate, las impactantes revelaciones hechas por López Obrador no solo
no tuvieron efecto alguno sobre Felipe Calderón, sino que de hecho su popularidad continuó en ascenso sobre todos los demás candidatos, desafiando los más osados pronósticos.
Explicar esta última anomalía estadística ya no resulta tan fácil para los analistas, porque la explicación simplista de que Felipe Calderón es simple y sencillamente una persona con una extraordinaria personalidad magnética y un poderoso carisma -aseveración dudosa que se debería haber venido abajo con los arrebatos públicos de ira que ha mostrado últimamente- haciendo caer rendidos a todos sus enemigos a sus pies con una poderosa oratoria, es algo que simple y sencillamente no cuadra con lo que está sucediendo, porque si realmente Felipe Calderón tuviera tan mágicas cualidades, él habría sido desde hace seis años el Presidente de México y no Vicente Fox, tomando en cuenta el hecho de que Felipe Calderón tiene mucho más tiempo en la política -Fox es un neo-panista que se metió a la política a instancias de Manuel Clouthier mientras que Calderón Hinojosa proviene del PAN tradicionalista- y sigue siendo el mismo hoy que el que siempre ha sido desde hace diez, veinte, o treinta años.
Todo esto ha llevado a muchos a sospechar sobre la calidad e integridad de algunos de los últimos sondeos de opinión que se han encargado de hacer que Felipe Calderón siga ascendiendo colocándolo más cerca de la Presidencia de la República, pese a que él mismo reiteradamente se ha pronunciado como el continuismo de un régimen que incumplió numerosas promesas de campaña hechas seis años atrás a los electores, un régimen cuyos beneficiarios han dados graves notas de escándalo por las corruptelas en que se han visto envueltos desde que empezó el sexenio de Vicente Fox, un régimen que faltando unos cuantos días para llevarse a cabo las elecciones presidenciales aún sigue expulsando miles de mexicanos hacia los Estados Unidos a razón de medio millón al año que se ven obligados a emigrar ante la falta de empleos en México.
El asunto no solo es grave, es extraordinariamente grave. Y no es México el único país en el que han surgido cuestionamientos sobre la confiabilidad de los sondeos de opinión pública. En países de añejo raigambre democrático, con una tradición electoral muchísimo más avanzada que la de México, como Inglaterra, se han propuesto recientemente
enmiendas legales para vigilar de cerca a las empresas encuestadoras, dada la falta de transparencia en las metodologías utilizadas por dichas empresas. Y ciertamente, México no es la Gran Bretaña. Y las sospechas fundamentadas de una manipulación deliberada de las encuestas de opinión no son privativas de México como país tercermundista latinoamericano, como lo demuestra la presunta
manipulación de las encuestas de opinión que se llevaron a cabo en Bolivia desde antes de que Evo Morales ascendiera a la Presidencia de Bolivia, o
encuestas de opinión que se han estado llevando a cabo en Nicaragua.
Por las crecientes denuncias que están circulando por Internet, los ascensos súbitos de Felipe Calderón en las encuestas de opinión podrían tener un origen mucho más siniestro. Y las denuncias parecen provenir no de simples críticos externos a las empresas encuestadoras, sino de gente que está laborando precisamente dentro de las mismas empresas encuestadoras. De acuerdo con los denunciantes anónimos que dicen estar trabajando para empresas encuestadoras de renombre, se les ha estado presionando enormemente de varias maneras de parte del gobierno federal para inflar las cifras artificialmente a favor de Felipe Calderón. Esto nos enfrenta directamente a una cruda realidad que muchos prefieren ignorar: en México, todas las empresas encuestadoras son mucho más vulnerables de lo que cualquiera pudiera suponer. No es necesario "convencer" (un eufemismo para presionar, o inclusive extorsionar y chantajear recurriendo a los enormes recursos con los que cuenta el gobierno federal para ello si desde arriba se mueven los hilos para que tal cosa suceda) a miles de encuestadores trabajando para una empresa encuestadora, porque ninguna empresa encuestadora, ni siquiera Consulta Mitofsky, tiene tantos encuestadores a su disposición trabajando tiempo completo. Es cuestión de enfocar las baterías sobre una cantidad relativamente pequeña de gente que ahora involuntariamente está en el frente de batalla de esta guerra novedosa.
Antes de hablar sobre las posibles vulnerabilidades de las empresas encuestadoras mexicanas, primero hay que ver cuál es la metodología que hay dentro de una encuesta de opinión que se realiza en forma científica, seria e imparcial. Hay esencialmente dos formas de llevar a cabo los sondeos de opinión pública. La primera es enviando a los encuestadores a la calle a entrevistar gente tomada al azar o visitando casas seleccionadas al azar. La otra es desde una oficina, sin salir de ella, llamando por teléfono a números telefónicos tomados al azar. Como una gran mayoría de las empresas encargadas de elaborar los sondeos de opinión pública recurren al sondeo por la vía telefónica, veamos lo que puede ocurrir aquí, ya que el análisis que se hará a continuación puede aplicarse igualmente a los sondeos de casa-por-casa, lo único que varía es el método usado para recabar la información.
Para que los resultados sean estadísticamente representativos, es necesario tomar una muestra al azar. Al tomar una muestra completamente al azar del total de la población, los porcentajes de la muestra pueden reflejar con buen grado de aproximación lo que está sucediendo en el panorama general. A manera de ejemplo, supóngase que en un costal hay 10 mil canicas, y que la mitad de esas canicas son azules mientras que la otra mitad son amarillas, o sea que en el costal hay 5 mil canicas azules y 5 mil canicas amarillas. Hay dos formas de saber que la mitad de las canicas son azules y que la mitad de las canicas son amarillas. La primera forma consiste en contar todas las canicas sin exceptuar una sola, separándolas según su color. Este método es infalible, y al terminar tendremos un conteo exacto de 5 mil canicas azules y 5 mil canicas amarillas. Pero hay muchas ocasiones en las cuales es impráctico contar todas las canicas. En este caso, el truco estadístico consiste en sacar del costal no todas las canicas sino una muestra pequeña. La proporción de canicas azules y amarillas en la muestra debe reflejar con cierto margen de error los mismos porcentajes del total, y el margen de error va disminuyendo en tanto mayor sea el tamaño de la muestra (una muestra del tamaño total de la población tiene un margen de error de cero, porque en ese caso especial se están contando todas las canicas).
Pero como ya se dijo, para que el método del muestreo trabaje, es necesario que la muestra sea tomada completamente al azar. Si todas las canicas azules se encuentran en la parte superior del costal, y sacamos nuestra muestra tomando únicamente canicas de la parte superior del costal, entonces vamos a concluír erróneamente que en el costal hay puras canicas azules. Sacar la muestra al azar en este caso implica tomar canicas de cualquier parte del costal, metiendo la mano al azar en donde caiga. Si hacemos esto y sacamos unas cien canicas, entonces es probable que tengamos un resultado como este: 55 canicas azules y 45 canicas amarillas. Y como la muestra representa con cierto margen de error lo que hay en el costal, obtenemos el resultado preliminar de que el 55 por ciento de las canicas son azules y el 45 por ciento son amarillas, un resultado no muy diferente al resultado exacto de 50 por ciento para cada color. Aumentando el tamaño de la muestra, digamos a mil canicas, nos dará un resultado más preciso, por ejemplo 520 canicas azules y 480 canicas amarillas, en cuyo caso los porcentajes quedarían ahora repartidos como 52 por ciento y 48 por ciento, un resultado aún más aproximado.
Como puede verse, si la muestra no es tomada completamente al azar, entonces los resultados estarán torcidos, no reflejarán ni siquiera en forma aproximada la realidad. Y he aquí en donde los resultados de los sondeos pueden ser objeto de algo que podríamos llamar un "redireccionamiento", que no es más que un eufemismo para denotar el hecho de que se haya metido mano negra con el objeto de alterar los resultados, para producir unos resultados a la orden.
Diseñar una encuesta fiable puede ser un asunto ya de por sí delicado que requiere analizar bajo qué
contexto se llevó a cabo el sondeo. Pero si los resultados van a ser alterados para satisfacer las demandas de alguien, la situación se complica porque las huellas del delito no son tan obvias ni dejan rastros que puedan ser fácilmente comprobados por el público en general.
En los países del primer mundo, para que los resultados de un sondeo de opinión pública sean confiables, es usual implementar varios mecanismos de seguridad que permitan garantizar que no podrán ser alterados por nadie, por ningún empleado a ningún nivel.
Las medidas de seguridad implementadas en las principales empresas de sondeos de opinión pública en países como los Estados Unidos, son por lo general las siguientes:
(1) Para garantizar que la muestra será una muestra tomada completamente al azar, no se le permite a ninguno de los encuestadores escoger los números telefónicos a los que va a llamar para llevar a cabo los sondeos. Se utiliza una máquina que se encarga de generar números telefónicos sin seguir un patrón fijo. Esto impide que cualquiera de los encuestadores pueda ser sobornado o presionado para estar llamando a ciertos números que torcerán los resultados al gusto de alguien. Esto impide que cualquiera de los encuestadores pueda llamar a puros números telefónicos que se saben favorables a Patricia Mercado, lo cual produciría una encuesta amañada en la cual Patricia Mercado tendría una ventaja artificial sobre los demás contendientes.
(2) La máquina no solo genera números telefónicos completamente al azar, sino que se encarga de marcarlos también. Esto impide que el encuestador pueda ignorar los números generados para reemplazarlos con los números telefónicos de una lista que se le ha dado previamente con el fin de amañar los resultados a favor de alguien.
(3) Una vez que la máquina ha generado y marcado un número telefónico al azar, empieza a grabar los resultados que el encuestador va obteniendo a cada una de las preguntas. Esto impide que en vez de anotarse la respuesta dada por el receptor de la llamada, se anote una respuesta diferente, lo cual se prestaría a que un encuestador pudiera alterar los resultados aún cuando el número telefónico marcado fuera un número sacado completamente al azar por la máquina. Así se impide que si el receptor de la llamada dice que piensa votar por Roberto Madrazo, el encuestador cambie la respuesta por otro nombre que se le ha dado previamente, como Felipe Calderón. Al estarse grabando cada llamada, resulta demasiado riesgoso para el encuestador el cambiar por cuenta propia la respuesta dada.
(4) Aunque no se checan todas las llamadas realizadas, un supervisor se encarga de revisar algunas de los resultados obtenidos de algunos de los números telefónicos. Si al revisar unas cien llamadas, el supervisor encuentra que el encuestador alteró los resultados obtenidos a través de una o dos llamadas, toda la encuesta es declarada inválida y es desechada para empezar de nuevo, removiéndose de la nueva encuesta al encuestador que trató de incurrir en lo que es un acto fraudulento.
(5) Para garantizar que todos los pasos anteriormente indicados se están siguiendo al pie de la letra, una empresa seria y abierta trataría de obtener una certificación de calidad internacional como
ISO-9000 exponiendo todos sus métodos en un manual disponible al público, y además sometiéndose regularmente a auditorías externas para demostrar que en cualquier momento dado se están siguiendo todos los procedimientos del manual.
Con los mecanismos de seguridad arriba citados, resulta prácticamente imposible que un encuestador o inclusive un supervisor de los encuestadores pueda alterar los resultados de un sondeo. El sondeo llevado a cabo de esta manera será un reflejo fiel de la opinión pública, dentro de cierto margen de error (el tamaño de la muestra, o sea la cantidad de gente encuestada, generalmente es seleccionado para que el margen de error esté dentro de un uno por ciento). No hay forma en la cual un sondeo así pueda ser alterado bajo amenazas o sobornos.
Pero esto es en países como Estados Unidos, en donde empresas famosas como Gallup International ponen todo su prestigio en la transparencia y la honestidad de sus resultados al menos dentro de la misma Unión Americana. Sin embargo, en México, por principio de cuentas, no se sabe de ninguna empresa encuestadora que cumpla con los requisitos arriba señalados, ya sea en todo o al menos en parte, y si cumple alguno de dichos requisitos, sólo ellos lo saben.
Lo cual nos lleva a un artículo aparecido en LA JORNADA el 6 de junio del 2006, en el cual ni más ni menos que el conocido Roy Campos de la prestigiada empresa
Consulta Mitofsky (la misma que elabora los sondeos a los cuales la empresa TELEVISA dá plena credibilidad en programas como EL NOTICIERO conducido por Joaquín López-Dóriga)
reconoció que las encuestas políticas realizadas por Consulta Mitofsky no son sometidas a una revisión o auditoría externa inmediata para corroborar la veracidad de los datos obtenidos por sus sondeos. Y tómese en cuenta que esta es una empresa considerada por muchos como la principal empresa encuestadora en México.
Lo único que ha denunciado hasta hoy Consulta Mitofsky en su página Internet es que su nombre está siendo utilizado con fines electoreros (curiosamente, casi siempre en contra de López Obrador, casi nunca en contra de Felipe Calderón) para una práctica conocida como
push poll, según lo asevera Consulta Mitofsky en su página Web faltando menos de tres semanas para las elecciones presidenciales en México, con un recuadro que dice:
ADVERTENCIA. Hemos recibido ya una buena cantidad de avisos denunciando la aparición en México de una práctica que en otros países ya está desterrada, personas que se identifican como encuestadores de nuestra empresa llaman por teléfono y simulan hacer una encuesta electoral, sin embargo en el transcurso de la entrevista dejan claro que no tratan de captar opinión sino que persiguen hacer campaña a favor o en contra de algún candidato e incluso generar directorios de simpatizantes para vender a los equipos de campaña para su promoción de voto.
Las "Push polls" como son conocidas en otros países, son consideradas una práctica fraudulenta por engañar al ciudadano y no plantearle claramente el objetivo de la llamada.
Desde nuestra posición, nos manifestamos en contra y dejamos claro que en nuestra empresa nunca hemos realizado ni realizaremos este tipo de llamadas, en caso de que alguno de nuestros amigos y suscriptores detecte esta práctica, le pedimos apoyo para identificar los lugares desde donde se origina esta lamentable práctica.
Cuando reciba una encuesta de alguna persona que se identifique como empleado nuestro, tenga la confianza de que el número desde donde se llama aparecerá en el identificador (los fraudulentos pseudoencuestadores aparecen como "número privado" por ejemplo) y las preguntas serán imparciales."
Como resulta obvio del anterior mensaje de advertencia, Consulta Mitofsky recurre a los sondeos por la vía telefónica. Pero a los dueños de Consulta Mitofsky no se les ha ocurrido, o no han tenido la malicia para que se les pueda ocurrir, o si lo saben no lo han querido revelar, que algunos de sus encuestadores podrían haber caído ya víctimas dentro del contexto de una guerra que ya no sería simplemente sucia, sino extraordinariamente sucia.
El impacto de unas encuestas alteradas puede ser terrible y devastador: al inventarle una caída substancial a un candidato que lleva la delantera, esto puede desmoralizar a muchos de sus seguidores. Por otro lado, al inflarle a alguien su "rating", la ilusión creada puede hacer que muchos indecisos que antes lo veían como seguro perdedor ahora se fijen en él como seguro ganador, haciendo que se pasen de su lado. En pocas palabras, unas encuestas alteradas montando una ficción ilusoria pueden hacer que la realidad se vaya modificando ajustándose hacia una nueva realidad, la realidad inventada por las falsas encuestas de opinión. (En los países de habla inglesa, esto tiene un nombre, se le llama
self-fulfilling prophecy.)
Para algo tan importante como un sondeo de opinión cuyos resultados en tiempos electorales pueden ser suficientes para desmoralizar a los simpatizantes de un candidato o para inflar artificialmente la popularidad de otro, algunos supondrían que cada empresa tiene un pequeño ejército de unos doscientos o trescientos encuestadores que haría muy difícil amenazar o sobornar a la mayoría de los trabajadores de base con el fin de torcer los resultados en cierta dirección. Pero esto no es el caso. Es posible que con unos diez o veinte empleados trabajando tiempo completo, sentados frente a un teléfono, la empresa pueda sacar varias encuestas en un solo día, de modo que la cantidad de gente que hay que sobornar o amenazar es relativamente pequeña.
Varios de los denunciantes anónimos que afirman trabajar para conocidas empresas encuestadoras en México coinciden en señalar que los dueños de las empresas e inclusive los supervisores inmediatos con los cuales reportan no saben y no sospechan de que han sido amenazados para alterar los resultados, alterándolos siguiendo al pie de la letra varias indicaciones que se les han estado dando. Esto suena lógico. Dado que el riesgo de meterse en este tipo de prácticas puede resultar extremadamente riesgoso para el prestigio de cualquier empresa encuestadora (y se recalca que estas son empresas que viven de su prestigio), es dudoso que los dueños de las empresas podrían terminar siendo "visitados" por agentes de la Secretaría de Gobernación o por auditores fiscales del SAT con el propósito de intimidarlos. Y de cualquier forma, aunque ello ocurriera, ningún dueño de una empresa encuestadora se atrevería a videograbar a los funcionarios chantajistas, porque sabe de sobra que se estaría enfrentando en contra de todo el aparato pesado del gobierno federal, una lucha desigual en la que por lo pronto le pueden destruír su empresa con cualquier pretexto. Llanamente, no hay forma alguna en la cual un particular se pueda enfrentar al gobierno federal sin contar con amplios recursos económicos y legales a su disposición, la lucha está perdida de antemano si decide pelearla. Solo le quedan al dueño de la empresa dos opciones: o se enfrenta al gobierno, o cierra sus puertas. Pero se enfatiza aquí que no es necesario someter a presión directa a los dueños de una empresa encuestadora, puesto que no son ellos quienes están haciendo el sondeo en el campo ya sea casa por casa o por la vía telefónica. Basta con someter a presión o amenazas a sus diez o quince empleados.
A un particular le sería extremadamente difícil el tratar de influír en los trabajadores de base para "convencerlos" de torcer los resultados a favor de uno de los candidatos presidenciales. Pero si es el gobierno el que va a meter su cuchara, entonces la situación cambia por completo. Si agentes al servicio del gobierno federal van a intervenir en los procesos electorales para torcer los resultados de las encuestas a favor de alguien, entonces tienen todo a su favor. La Secretaría de Hacienda sabe exactamente quiénes trabajan para una empresa encuestadora como Consulta Mitofsky. Sabe cuanto ganan, sabe en dónde viven. Los datos son complementados con la base de datos del Instituto Mexicano del Seguro Social, el cual depende también del gobierno federal. O sea, que en el gobierno federal hasta saben de qué han estado enfermos o de qué están enfermos actualmente. Si le sumamos la información que hay sobre cada mexicano en el padrón electoral, y la que hay en otros documentos tales como las constancias de estudios en su paso por la escuela y la universidad, tenemos que el gobierno federal sabe absolutamente todo lo que se necesite saber sobre cada mexicano: sus calificaciones en cada materia que ha cursado en toda su vida, su estado de salud, sus antecedentes penales, sus familiares, sus domicilios de residencia, sus teléfonos privados. Inclusive, presionando con "técnicas de convencimiento y persuasión" a empresas telefónicas como TELMEX y las empresas encargadas de proveer telefonía celular en todo México, le es posible al gobierno federal obtener fácilmente -sin orden judicial de por medio- de las bases de datos de dichas empresas un registro pormenorizado de TODAS las llamadas que ha realizado y que ha recibido cualquier mexicano desde la República Mexicana. El gobierno federal sabe exactamente a quiénes hemos llamado en cualquier día y quién o quiénes nos han llamado por vía telefónica. Todo, absolutamente todo, está a la mano y a la plena disposición del gobierno federal. Y cualquiera con acceso a esta información puede si así lo desea ejercer un enorme poder de chantaje.
Si las acusaciones que están siendo vertidas a través de los foros de chat de Internet -bajo la protección total que brinda la confidencialidad del punto de origen de las denuncias- son ciertas, entonces estaríamos frente a una forma extraordinariamente refinada de manejo programado de la opinión pública, y de hecho una forma altamente refinada de fraude electoral que ni siquiera al PRI en sus mejores tiempos se le llegó a ocurrir.
Si el candidato oficial, el candidato de la extrema derecha, Felipe Calderón, realmente fue apoyado por el gobierno de Vicente Fox interveniendo en algunas de las principales empresas encuestadoras para maquillar las cifras a favor de Felipe Calderón y en contra de Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo, entonces estaríamos ante una situación francamente terrible. Porque habríamos perdido uno de nuestros más importantes termómetros para saber cómo anda la cosa. Es posible que López Obrador siga reteniendo aún una ventaja de varios puntos porcentuales por encima de Felipe Calderón, y hasta es posible que Roberto Madrazo haya igualado ya a Felipe Calderón. Esto simplemente ya no lo podríamos saber.
Una situación así sería reminiscente de lo que ocurrió en la Alemania de Hitler (el héroe de la extrema derecha mexicana) en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial cuando Berlín estaba cayendo ante el asalto de las fuerzas aliadas. El Ministro de Propaganda Joseph Goebbels siguió transmitiendo al pueblo alemán sus mensajes mentirosos tratando de hacer creer a los alemanes que la victoria aún era posible, y que estaban por llegar "armas maravillosas" que iban a salvar la situación, cuando de hecho ya todo estaba perdido. La propaganda sirvió para que muchos defensores de la sitiada ciudad, incluyendo niños que fueron reclutados dentro del ejército alemán por órdenes de Hitler, continuaran peleando inútilmente entregando sus vidas en combate mientras que los causantes principales de todo esto se escapaban tranquilamente por la puerta falsa. Esto se llama desinformación, y es algo en lo cual la extrema derecha es experta. La misma extrema derecha que está apoyando en estos momentos a Felipe Calderón para convertirlo en el próximo Presidente de México.
Una pregunta obvia ante todo esto sería: ¿Por qué no se usó esta táctica de "redireccionamiento de la opinión pública" en el 2003, cuando estaba en juego la mayoría en el Congreso de la Unión, con el fin de garantizarle al PAN la mayoría en el Congreso? La respuesta es fácil. Haberlo hecho en aquél entonces habría dado tiempo más que suficiente -tres años para ser exactos- para que se delatase a través de varios medios lo que estaba sucediendo. El uso de técnicas persuasivas dirigidas hacia los encuestadores para alterar los resultados de las encuestas no hubiera sido un arma que hubieran deseado "quemar" en el 2003 cuando no estaba en juego la Presidencia de México. Su uso tenía que ser reservado única y exclusivamente a una situación de "alto riesgo". Y en estos momentos, el PAN y la ultraderecha que lo ha enquistado enfrentan el peor riesgo que puedan enfrentar: la pérdida total de todo el poder que han estado amasando a lo largo de seis años. Hoy es precisamente el tiempo para sacar a relucir esta nueva arma. Es ahora o nunca.
La actual campaña electoral del 2006 es extraordinaria porque está revelando a todos los mexicanos la forma en la cual el PAN -o mejor dicho, el PAN infiltrado por la extrema derecha- planea mantenerse en el poder por muchos años venideros. De triunfar Felipe Calderón en este 2 de julio, México puede tener la plena garantía de lo que sucederá dentro de seis años, para las elecciones presidenciales del 2012: la extrema derecha recurrirá nuevamente a una campaña de guerra sucia para desacreditar por todos los medios posibles a cualquier candidato que amenace con sacar al PAN de Los Pinos, nuevamente presentarán al principal contendiente contrario como UN PELIGRO PARA MÉXICO, nuevamente recurrirán a una campaña publicitaria de miles y miles de spots difamatorios pletóricos de descalificativos con el fin de inducir el voto del miedo entre todos los mexicanos -financiados con recursos multimillonarios de procedencia dudosa como los dineros negros que una vez obtuvo Vicente Fox pese a los cuales de cualquier modo logró convertirse en Presidente de México-, nuevamente buscarán crear el divisionismo y las fracturas internas dentro de los demás partidos políticos, nuevamente el mismo Presidente de la República meterá sus manitas hasta el fondo dentro del proceso electoral, nuevamente todas las dependencias públicas del gobierno federal -PGR, Secretaría de Desarrollo Social, Secretaría de Hacienda, Secretaría de Gobernación, PEMEX, CFE, etc.) serán utilizadas para apoyar al candidato del PAN, quienquiera que éste sea, a lo cual seguramente habrá que agregarle el "redireccionamiento de la opinión pública" para volver realidad lo que se meterá como realidad inevitable en la mente de muchos por la fuerza de la repetición, o sea el triunfo inevitable del candidato del PAN. Para el 2012, simple y sencillamente repetirían la misma receta. En conjunto, todo esto representaría una nueva forma de fraude electoral altamente refinado con el cual la derecha -y la ultraderecha- ya tienen planeados repetir en el 2012, en el 2018, en el 2024, y así por siempre. Es por esto que un conocido Senador perredista dijo no hace mucho: "Si en este 2006 no logramos sacar al PAN de la silla presidencial ahora que tenemos a un candidato extraordinariamente popular como ha habido pocos en las últimas décadas, ya no se le podrá sacar del poder por muchos años venideros, y cuando ello ocurra tal vez tendrá que ser por la vía violenta porque no dejarán ninguna otra alternativa."
Otra cosa es absolutamente segura: el apoyo decidido que Felipe Calderón está recibiendo de la Organización Nacional del Yunque y de los cerebros que controlan a dicha organización y sus sucursales anexas no viene gratis. Al igual que Vicente Fox, se está comprometiendo hasta el pescuezo con ellos, y terminará siendo un frente para los intereses de dicha organización al igual que Vicente Fox terminó siéndolo en su momento con ellos. Ellos seguirán siendo el verdadero poder detrás del trono, y ya no se los podrá quitar de encima.