04 junio 2006

El Sexenio de la Malinche

Cuando la derecha ascendió al poder en México en diciembre del 2000, había gran expectación entre muchos analistas políticos sobre cuál sería la nueva tónica a seguir en la conducción de las relaciones exteriores de México, dada la ideología extremista de varios de los colaboradores integrados al equipo de gobierno de Vicente Fox, una ideología en la cual siempre se han identificado a sí mismos como mexicanos "nacionalistas", aunque dentro de las sociedades secretas de alcance nacional como la Organización Nacional del Yunque se sobreentiende que este es un nacionalismo inspirado en el nacional-socialismo o Nazismo de Adolfo Hitler. Quienes esperaban que México por lo menos mantendría o trataría de mantener su independencia en asuntos de política exterior pensaron lógicamente que se mantendrían en vigor los principios de la Doctrina Estrada, gracias a la cual México había logrado mantenerse hasta cierto punto neutral sin andarse metiendo en problemas con otros países. Pero esto llegaría pronto a su fin. Porque Vicente Fox, el hombre que estaba obligado por razón de su investidura a defender los intereses del pueblo de México dentro de un mundo globalizado, terminó convirtiéndose en un títere del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica. Vicente Fox terminó anteponiendo los intereses y los deseos del Presidente George W. Bush a las necesidades y los intereses de los mexicanos.

Naturalmente, los apologistas de la extrema derecha dirán que es completamente falso que Vicente Fox haya puesto en algún momento los intereses, los deseos, y los caprichos del Presidente Bush por encima de los intereses de su propio pueblo, el pueblo de México. Como siempre, la única forma de desmentirlos es citando algunos ejemplos específicos de entre muchos que se podrían citar, y esto es lo que se hará a continuación.

El primer ejemplo claro que se puede mostrar de la sujeción del gobierno derechista de México a los intereses y pedimentos del gobierno norteamericano lo tenemos con lo que ocurrió en la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Financiamiento al Desarrollo, también llamada la Cumbre Mundial contra la Pobreza, pero mejor conocida como la "Cumbre de Monterrey" inaugurada el jueves 21 de marzo del 2002. Ese mismo día, el Presidente cubano Fidel Castro, asistente al evento, de manera inesperada anunció que abandonaría Cumbre de Monterrey por lo que él llamó una "situación especial", retirándose visiblemente molesto de dicha cumbre. Dado que su retiro de la Cumbre de Monterrey ocurrió justo antes de la llegada del Presidente Bush a México, para muchos lo lógico fue suponer que esta salida del mandatario cubano había sido una decisión tomada por el mismo Comandante Fidel Castro para evitar verse con el Presidente Bush, una decisión en la cual el gobierno de México, como país anfitrión del evento, no tuvo absolutamente nada que ver. Y de hecho, esta fue la versión sostenida a capa y espada por el gobierno de México, pese a que en las altas esferas todos sabían que se trataba de una mentira, aprovechándose del hecho de que en ese entonces el gobierno cubano, comportándose diplomáticamente, no quiso dar más explicaciones al respecto.

En una entrevista transmitida por la cadena Televisa, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda, afirmó que Castro decidió por su cuenta partir poco después de pronunciar su discurso durante la Conferencia patrocinada por Naciones Unidas. Lo que nadie sabía era que, tres días antes de que se llevara a cabo la Cumbre, Vicente Fox ya había tenido una conversación telefónica personal con Fidel Castro para imponerle condiciones para su asistencia a la Cumbre. Lo sabían, y lo ocultaron hasta donde pudieron.

Pero días más tarde, a raíz de los agravamientos de las relaciones diplomáticas entre México y Cuba por otros factores, el gobierno de Cuba difundió la noticia de que el mandatario cubano había tenido que abandonar la reunión a petición expresa hecha por el Presidente de México con la intención de que la presencia de Castro no ofendiera al mandatario norteamericano. De nueva cuenta, el gobierno de Fox, mintiéndole al pueblo de México, insistió en que nunca había habido presión alguna en contra del mandatario cubano para que abandonase la reunión. Esto se sostuvo hasta que, al estar siendo señalado como un mentiroso, Fidel Castro le volteó las tablas a Vicente Fox exhibiendo, con pruebas en la mano, al mandatario mexicano como un mentiroso. El presidente de Cuba, Fidel Castro, dijo el 22 de abril del 2002 en La Habana que su homólogo de México, Vicente Fox, era quien le había solicitado retirarse anticipadamente de la Cumbre de Monterrey, y para respaldar y dar credibilidad a sus asertos, Castro leyó la transcripción textual de una larga conversación telefónica con Fox antes de la reunión, cuya grabación con las voces de ambos fue difundida al final de su comparecencia transmitida por las emisoras de radio y televisión de la isla. En el diálogo, el Presidente mexicano reveló que la presencia de Castro le suponía "una buena cantidad de problemas" de seguridad y atención, por lo que le pidió que se marchara al mediodía después de un almuerzo. Aunque el Presidente Fox no mencionó otras causas, Castro le dijo entender que se trataba de evitar su coincidencia con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en la Cumbre de Monterrey.

A continuación se presentan las partes más relevantes del diálogo sostenido entre Vicente Fox y Fidel Castro el 18 de marzo del 2002 que muestra claramente cómo el Presidente mexicano Vicente Fox, actuando bajo pedido expreso del Presidente George W. Bush, le pidió que abandonara la Cumbre antes de la llegada de Bush al evento:

Fidel. Dígame, señor Presidente, ¿cómo está usted?
Fox. Fidel, ¿cómo estás?
Fidel. Muy bien, muy bien, muchas gracias. ¿Y usted qué tal?
Fox. ¡Qué gusto! Oye, Fidel, pues llamándote por esta sorpresa que me llevé hace apenas un par de horas, cuando me entero de tu pretendida visita acá a México. Primero, antes que nada, quisiera decirte que esta conversación sea privada, entre tú y yo, ¿estás de acuerdo?
Fidel. Sí, de acuerdo. Usted recibió mi carta, ¿verdad? Se la envié...
Fox. Sí, recibí tu carta hace apenas un par de horas y por eso te llamo ahora... Pero, mira, Fidel, yo te hablo primero como amigo.
Fidel. Sí, me habla primero como amigo, espero que no me diga que no vaya.
Fox. (Se ríe) Bueno, vamos a ver, déjame platicarte, a ver tú que opinas.
Fidel. Yo lo escucho, pero se lo advierto de antemano. Muy bien.
Fox. ¿Mande?
Fidel. Que yo lo escucho, pero lo digo de antemano.
Fox. A ver, escúchame primero. Escúchame primero.
Fidel. Sí.
Fox. Sí, como amigo, la verdad es que así de última hora y esta sorpresa sí me pones en una buena cantidad de problemas...
Fox. Bueno, pero tú puedes confiar en un amigo y me podías haber hecho saber un poco antes que pretendías venir, eso yo creo que hubiera resultado mucho mejor para ambos. Pero, mira, de plano yo sé que no sólo tienes el derecho, sino, si no te es posible ayudarme como amigo en ese sentido y te es indispensable...
Fox. Así es, así es. No, tú tienes todo el derecho. A ver, déjame hacerte una propuesta...
Fidel. Dígame.
Fox. No sé cuándo pretendes venir, porque eso no me lo dices, pero mi propuesta sería que vengas el jueves...
Fox. Que puedas venir el jueves y que participes en la sesión y hagas tu presentación, como está reservado el espacio para Cuba a la 1:00. Después tenemos un almuerzo, un almuerzo que ofrece el gobernador del estado a los Jefes de Estado; inclusive te ofrezco y te invito a que estuvieras en ese almuerzo, inclusive que te sientes a mi lado, y que terminado el evento y la participación, digamos, ya te regresaras, y así...
Fidel. ¿A la isla de Cuba?
Fox. No, bueno, pues a lo mejor te buscaras...
Fidel. ¿A dónde? ¿O al Hotel? Dígame.
Fox. A la isla de Cuba, o a donde tú gustaras ir.
Fidel. Correcto.
Fox. Y que me dejaras libre -y es la petición que te hago- el viernes, para que no me compliques el viernes...
Fidel. Sí, repítamelo, por favor.
Fox. A ver, llegar el jueves por la mañana, a la hora que tú gustes.
Fidel. Sí, jueves por la mañana, pronunciar el discurso.
Fox. Sí, pronunciar el discurso en el pleno; participar en la comida de Jefes de Estado y donde yo te invito, inclusive, a estar sentado al lado...
Fidel. Mire, yo lo puedo complacer más completo. ¿Tengo que llegar de madrugada?
Fox. Sí. ¿A qué le llamas madrugada, 5:00 o 6:00 de la mañana?
Fidel. No, yo prefería sobre las 10:00 de la noche o algo así, una hora determinada.
Fox. ¡Ah!, llegar por la noche del miércoles.
Fidel. Sí, sí, sin que nadie me vea. Nos vemos allí, que me vean por allí por la mañana.
Fox. Ponlo más cargado hacia la noche y vemos cómo nos acomodamos, o sea, más hacia la media noche o la madrugada.
Fidel. Bien...
Fox. Fidel, ¿te puedo pedir otro favor?
Fidel. Dígame.
Fox. Que estando en casa a mí me serviría muchísimo que no hubiera declaraciones sobre el tema de la Embajada o de las relaciones México-Cuba o de ese evento que vivimos en estos días pasados.
Fidel. No tengo ninguna necesidad de hacer declaraciones allí.
Fox. ¡Qué bueno!
Fidel. Dígame, ¿en qué más puedo servirlo?
Fox. Pues básicamente no agredir a Estados Unidos o al presidente Bush, sino circunscribirnos...
Fidel. Óigame, señor Presidente, yo soy un individuo que llevo como 43 años en política y sé las cosas que hago y debo hacer...
Fox. Me acompañas a la comida y de ahí te regresas.
Fidel. Y de ahí cumplo sus órdenes: me regreso.
Fox. Fidel, te agradezco muchísimo.
Fidel. Muy bien, Presidente.
Fox. Nos van a salir bien las cosas así.
Fidel. Yo pienso que sí, y le doy las gracias...
Fox. Bueno, igualmente y que pases buena noche.
Fidel. ...Por su deferencia y por buscar una fórmula que sea honorable y aceptable.
Fox. Sí, yo creo que lo es y te lo agradezco.
Fidel. Muy bien, muy bien, le deseo mucho éxito.
Fox. Buenas noches.
Fidel. Buenas noches.

Tomado por sorpresa con la divulgación de las grabaciones, el gobierno de México anunció que mantendría sus relaciones con Cuba pese a las declaraciones del Presidente cubano acusando de mentiroso a su par mexicano, Vicente Fox, aunque trató de justificarse calificando como antidemocrática la grabación de lo que consideró un diálogo privado. En contestación a la difusión de la conversación, el portavoz presidencial Rodolfo Elizondo emitió un comunicado de ocho puntos, señalando que la grabación difundida mostraba que no se le había pedido a Castro que no asistiera a la Cumbre, y que era inaceptable que se hubiera hecho pública esa conversación privada. Sin embargo, acorralado, el gobierno de Fox admitió que la grabación era auténtica, y reafirmó que Castro había aceptado el carácter privado del diálogo. aunque desmintió haberle pedido una corta estadía y argumentó que se pidió cortesía para Bush y todos los invitados. Esto, desde luego, es una vil tomada de pelo, y lo podemos confirmar volviendo a leer la transcripción arriba mostrada de la conversación telefónica.

Lo más grave del asunto es que la Cumbre Mundial contra la Pobreza no fue un evento convocado por México, fue un evento convocado por las Naciones Unidas. México era tan solo un país huésped, un país anfitrión, y esto no le daba derecho a Vicente Fox a decidir quién podía asistir a la reunión y quien no podía asistir, o qué tipo de condiciones se podían imponer para la asistencia al evento. Al aceptar ser la sede del evento, el gobierno de México estaba obligado a respetar la presencia de todos los jefes de estado que quisieran asistir a dicha Cumbre, a lo largo de la duración del mismo. Por lo tanto, la ofensa que cometió Vicente Fox en contra del mandatario cubano no sólo fue una ofensa cometida en contra del gobierno cubano, fue una ofensa cometida en contra de las mismas Naciones Unidas. Y todo lo hizo Vicente Fox por quedar bien con el Presidente Bush, sin que México recibiera absolutamente nada a cambio por tanto servilismo. Peor aún, Vicente Fox como jefe de estado quedó exhibido como un vulgar mentiroso al ser desmentido en las grabaciones de su conversación telefónica con Fidel Castro.

El segundo gran ejemplo de cómo la política del gobierno pro-derechista de Vicente Fox ha sido una política de entreguismo a los intereses del gobierno norteamericano lo tenemos en la Cumbre de las Américas que se llevó a cabo en noviembre del 2005 en Mar del Plata, Argentina, en donde Vicente Fox introdujo sorpresivamente un tema que no estaba programado en la agenda: el tema de la ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas).

Este es un tema en el cual el gobierno norteamericano, siempre viendo por sus propios intereses, estaba ansioso por mantenerlo vivo y abierto, al igual que como sucedió con el Tratado de Libre Comercio firmado entre México, Canadá y los Estados Unidos en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, un tratado que terminó siendo muy ventajoso para los Estados Unidos pero que en varios frentes terminó siendo desventajoso para México. Pero era muy arriesgado -en términos de costos políticos y de prestigio- para Estados Unidos el hacer mención siquiera del tema del ALCA en una Cumbre como ésta. Para ello era mejor utilizar a alguien que quisiera dar la cara por los Estados Unidos. Y ese alguien fue el Presidente de México Vicente Fox. La necedad y ofuscación con la cual Vicente Fox estuvo insistiendo sobre este tema que realmente no era de su incumbencia lo llevó a enfrentarse directamente en contra del Presidente venezolano Hugo Chávez y el Presidente argentino Néstor Kirchner. De aquí parten precisamente todos los conflictos diplomáticos gratuitos que ha tenido México con Venezuela, los cuales llegaron casi al borde de una ruptura de las relaciones diplomáticas entre el pueblo de México y el pueblo de Venezuela. Un pleito gratuito del cual México no obtuvo absolutamente nada a cambio. Un pleito magnificado por la ineptitud e impericia del Canciller Luis Ernesto Derbez, colocado allí por Fox como pago a los servicios rendidos por el primero dentro del grupo "Amigos de Fox" para allegarle fuertes sumas de dinero de procedencia ilícita al entonces candidato presidencial Vicente Fox. El deplorable espectáculo dado en la Cumbre de las Américas por el Presidente Fox, en menoscabo de su alta invesidura, llegó al extremo de que el representante de todos los mexicanos terminó siendo señalado por la prensa argentina como un cowboy de los Estados Unidos.

Naturalmente, si Vicente Fox se hubiera negado a servirle de intermediario y blanco de críticas al Presidente Bush, al mismo Bush no le habría quedado más remedio que sacar a relucir en Chile el asunto del ALCA por cuenta propia. Pero Bush jamás habría sido tan estúpido como para meter un tema que no estaba de acordado de antemano en la reunión. Simple y sencillamente, el tema no se habría tratado. Pero al gobierno norteamericano le urgía que el tema se metiera dentro del programa aún sin estar programado. A lo que Vicente Fox, el presidente de los mexicanos, se prestó solícito. Y sin que México obtuviera absolutamente ningún beneficio a cambio. Habiendo tantos problemas tan graves en México, resulta injustificable que el pro-hombre de la derecha mexicana se trasladase al exterior para andarse metiendo en cuestiones de las que México no saca nada de provecho y solo lo deterioran en sus relaciones internacionales.

El tercer gran ejemplo que se puede citar es la manera tan vil en la cual Vicente Fox, quien debería estar representando los intereses de más de cien millones de mexicanos, en vez de defender enérgicamente a sus compatriotas prefirió ponerse del lado de su gran amigo George Bush para intentar justificar una pretendida militarización de los Estados Unidos de su frontera con México, haciendo coro Fox de las justificaciones de Bush en el sentido de que la frontera no se estaba militarizando cuando de hecho sí se estaba militarizando con el envío propuesto por el Presidente Busch de 6 mil tropas de la Guardia Nacional a la frontera con México, lo cual se hizo público por vez primera el 15 de mayo del 2006 con un comunicado oficial de la Casa Blanca dirigido al pueblo norteamericano. Vicente Fox no tardó en tratar de justificar la presencia de esos 6 mil soldados, pese a que el hecho era algo completamente inusitado entre dos países que no se encuentran en estado de guerra. Es muy posible que otro Presidente mexicano no emanado de la derecha, como el General Lázaro Cárdenas, o el Lic. Emilio Portes Gil, en una situación similar habría manifestado su más enérgica condena a la militarización de la frontera, considerándola como un acto sumamente inamistoso que en nada contribuye a mejorar las relaciones entre dos países vecinos. Es posible que, respuesta, habría retirado al Embajador de México en Washington, ordenándole regresar a casa y enfriando las relaciones con Washington en señal de protesta, además de contemplar la salida de México de algunos tratados comerciales que a fin de cuentas le han resultado mucho más beneficiosos a los Estados Unidos que a México. Pero esto es demasiado pedirle a un hombre que ha demostrado ya con creces cuáles son sus verdaderas prioridades. Los titulares en primera plana de los periódicos en los días posteriores:





no dejarían duda alguna de que, en contra de la fantasía foxista tratando de negar la militarización que se estaba llevando a cabo en la frontera y tratando de justificar lo que estaba haciendo el gobierno norteamericano, la militarización era algo tan real como en su momento lo fueron Adolfo Hitler y el Nazismo, llevándose a cabo con la misma tecnología de guerra ya probada en Irak y Afganistán. Y lo que es el colmo, el 26 de mayo del 2006 el mismo Presidente de México Vicente Fox ofreció ¡su apoyo a los Estados Unidos para militarizar la frontera Norte!:





Aquí los apologistas de Vicente Fox dirán: "¿Y qué con la oposición manifestada por el gobierno de Vicente Fox a la invasión norteamericana de Irak? Si México fuera un lacayo de los Estados Unidos, entonces George Bush habría contado con el apoyo incondicional de México dentro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para apoyar la invasión de Irak". Es cierto que el gobierno de México nunca emitió un voto a favor de la invasión de Irak, pero también es cierto que jamás emitió un voto de en contra de dicha invasión. De hecho, el asunto jamás fue votado dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por la sencilla razón de que Bush decidió emprender esa guerra sin autorización previa del Consejo de Seguridad de la ONU por la prisa que tenía de invadir Irak y deponer a Saddam Hussein. Hay que recordar que el argumento central utilizado desde un principio por el gobierno norteamericano para justificar la invasión a Irak fue la supuesta posesión de este país de armas nucleares y bacteriológicas que lo convertían en una amenaza para la estabilidad de Medio Oriente. Aunque ya había en Irak un equipo internacional de las Naciones Unidas dirigido por el sueco Hans Blix que estaba recorriendo el territorio iraquí sin encontrar huella alguna que respaldara esta aserción, el Presidente Bush estaba convencido (basado en lo que hoy se sabe que era información defectuosa o no-corroborada) de lo contrario. Tómese en cuenta que inclusive el mismo Secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, estaba convencido de que Irak tenía en sus manos armas bacteriológicas y nucleares en su posesión, aunque tiempo después de haberse llevado a cabo la invasión el mismo gobierno norteamericano confirmó que esa guerra nunca estuvo justificada por la sencilla razón de que Irak no tenía tales armas en su poder. El precio por desoir la voz de la prudencia terminó siendo pagado a un precio altísimo por el pueblo norteamericano, tanto en vidas humanas como en el enorme costo económico de la guera. Sobre la supuesta negativa de México de respaldar con su voto en Naciones Unidas una invasión de Irak, en realidad lo que Vicente Fox argumentaba al oponerse a la guerra (y esto se le olvida a muchos) era que primero había que estar completamente seguros de que Irak tenía realmente armas de destrucción masiva en su poder. Esto para Fox era una condición indispensable antes de que se tomara una decisión para invadir dicho país. Pero esto era exactamente lo mismo que lo que estaba diciendo el equipo de científicos de las Naciones dirigido por Hans Blix. Si el Presidente Bush no se hubiese dejado llevar por la prisa de "ajustar cuentas" con Saddam Hussein (aquí había una razón personal para ello, ya que Hussein había intentado financiar un atentado en contra de la vida del padre de Bush, en represalia por la derrota inflingida a Irak tras su invasión de Kuwait), y si el equipo de científicos de Naciones Unidas hubiese confirmado la existencia de armas nucleares o bacteriológicas en manos de Irak, entonces es muy posible que al agotarse todos los canales para una solución diplomática pacífica con Irak y al ser llevado el asunto ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Vicente Fox habría terminado apoyando a Estados Unidos en su invasión, dada la actitud servil mostrada por Fox en otros asuntos que atañen las relaciones con el gobierno norteamericano.

En lo que al gobierno norteramericano respecta, el ascenso de la ultraderecha al poder en México ha resultado un verdadero golpe inesperado de suerte: le ha proporcionado cada año medio millón de esclavos que se han estado yendo al Norte para generar para dicho país la riqueza que no se les permite generar para el suyo propio, efectuando trabajos que "ni siquiera los negros quieren hacer" (palabras del mismo Presidente Fox), y le ha dado un vecino que en vez de invertir en algo productivo la enorme reserva de dólares acumulada por el Banco de México al aproximarse el final del sexenio foxista (más de 73 mil millones de dólares, las reservas más altas de la historia) está mejor usando esas reservas para subsidiar a la tambaleante economía norteamericana mediante la compra de Bonos del Tesoro estadounidense que pagan un interés ridículamente bajo. Todos estos beneficios caídos del cielo son una ganancia extra sumada al servilismo mostrado por Vicente Fox hacia el gobierno de los Estados Unidos en asuntos de política exterior sin recibir México absolutamente nada a cambio. Doña Malintzin no lo hubiera hecho mejor.